EDITORIAL:
Nadie puede estar triste. El sueño de ir por primera vez a un mundial de fútbol se cumplió y de una manera dramática.Felicidades a los jugadores y a la afición por el logro.
Pero la victoria de la noche del martes en el Rommel Fernández dejó muchas lecciones que ojalá nos sirvan para mejorar como país.
Primeramente, la actuación de algunos fanáticos fue temeraria, tirarse a la cancha y retrasar el partido está prohibido y nunca esa opción debe ser la de un buen aficionado. Tristemente se dio y hasta felicitaron a los infractores. ¿Y el respeto a las reglas?
Hubo colegas comunicadores a quienes se les salió el cobre, usaron palabras de grueso calibre y parecían un fanático más. Deje el micrófono y siéntese en la tribuna. ¡Son una vergüenza!
Los que salieron a festejar a la Cinta Costera dejaron toda la ciudad sucia, pero solo hace unas semanas querían cadena perpetua para una señora que horriblemente tiró bolsas de basura a una quebrada. ¡Doble moral ciudadana!
Y para rematar, el Ejecutivo dio el día libre para el Gobierno y la empresa privada, demostrando que la cultura de trabajo es un castigo y una imposición y no una oportunidad de desarrollo. ¡Qué mal mensaje!