El artículo 37 de la Constitución Política de la República de Panamá dice que: “Toda persona puede emitir libremente su pensamiento de palabra, por escrito o por cualquier otro medio, sin sujeción a censura previa; pero existen las responsabilidades legales cuando por alguno de estos medios se atente contra la reputación o la honra de las personas o contra la seguridad social o el orden público”.
La Declaración Americana de Derechos Humanos, ratificada por Panamá también consagra en su artículo IV que: “Toda persona tiene derecho a la libertad de investigación, de opinión y de expresión y difusión del pensamiento por cualquier medio”. Es un derecho mínimo que tiene toda persona, solo por su condición de ser humano.
¿Pero somos totalmente éticos en la libertad de expresión?; ¿Hasta dónde se puede llegar con una noticia?; ¿Cuál es el alcance que tiene una información? ¿Y qué tanto puede afectar al ser humano, si no es bien llevada?, son algunas de las interrogantes que todos los periodistas debemos hacernos antes de redactar una información (libertad de prensa).
Informar sobre un hecho, por medio de la computadora, un micrófono, o a través de una de las diferentes plataformas de las redes sociales de hoy en día implica mucho más de lo que pensamos, ya que por el sólo hecho de ser comunicadores sociales no nos debemos dejar llevar por la intensa pasión que todo periodista tiene por su profesión, sino hay que actuar con ética y mucha responsabilidad porque el artículo V de la Convención Americana de Derechos Humanos también establece que: “Toda persona tiene derecho a la protección de la Ley contra los ataques abusivos a su honra, a su reputación y a su vida privada y familiar”.
En el periodismo hay que dejar algo muy claro, que no somos seres humanos con poder al momento de lo que publicamos y que siempre debemos manejar la verdad. Hay que recordar que no somos perfectibles y que podemos equivocarnos, siendo allí en donde debemos reflexionar y ponernos a pensar y determinar si lo que estoy haciendo está bien, si lo que quiero transmitir contribuirá al bien común y servirá para generar ideas y opinión al resto de la sociedad.
Desde ese punto de vista la relación entre la ética y la libertad de expresión debe equilibrarse y ponerse sobre la balanza, que nos permita actuar con respeto y profesionalismo, pues al asumir conductas como estas lograras fomentar una credibilidad en el trabajo que diariamente debemos realizar dejando claro que ese derecho a la libertad de expresión lo tenemos todos los seres humanos y la libertad de prensa es esa que ejecutamos a través de los medios masivos de comunicación.
La ética es la máxima expresión de la libertad personal, es aquello que te identifica como persona, ya que es ese compromiso propio que se establece a partir de principios personales que se forjan muchas veces dentro del hogar y del entorno de cada cual.
Pero parte de ese compromiso ético de cada persona también está inmerso de acuerdo con la naturaleza del hombre, en el respeto y la inteligencia de cada persona que frente a una circunstancia de la vida debe saber cómo actuar, pero eso sólo lo da la experiencia y los principios. La ética debe ser ese baluarte que nos permita identificarnos.
Frente a escenarios convulsionados como estos en donde se cuestiona el actuar de los medios y de los profesionales de la información es momento de ejercer una libertad de expresión con firmeza que exija a todos los profesionales de la comunicación esfuerzo y compromiso para servir a la sociedad, pero apegada a la confianza y la seriedad, considerando siempre los valores que rigen su actividad.
Debe haber un límite y es conveniente aclarar en este punto que la libertad de expresión otorga al comunicador o al periodista la facultad de acceder a todo tipo de información de bien público que al ser bien manejada actuará como forjadora de ideas claras para la sociedad en general. Que la bandera de libertad de expresión no se convierta en libertinaje violentando de esta manera los derechos que tenemos todos los seres humanos.