Con una sola imagen, Sabrina Carpenter ha desatado una tormenta cultural. La portada de su nuevo álbum Man’s Best Friend, que saldrá oficialmente el 29 de agosto, presenta a la artista arrodillada, en un diminuto vestido negro, siendo sostenida del cabello por una figura trajeada. El arte no solo ha polarizado a las redes sociales, sino que ha encendido una discusión internacional sobre feminismo, mercado, sexualidad e ironía.
Mientras algunos críticos aseguran que Carpenter se “hipersexualiza para vender discos”, otros defienden la portada como una sátira consciente al patriarcado y una crítica a la mirada masculina dominante. La discusión se ha vuelto viral: unos gritan escándalo, otros ven empoderamiento.
“Todas las críticas están basadas en una mirada heteropatriarcal. Se da por hecho que quien la sujeta es un hombre. Yo quiero creer que es una lesbiana butch”, afirmó Leyre Marinas, doctora en periodismo y autora del libro Fucked Feminist Fans.
La artista, que viene de presentarse en el Primavera Sound de Barcelona, ya había demostrado su gusto por lo incómodo y lo irónico. En sus conciertos, juega con poses del Kamasutra, chistes ácidos y letras sarcásticas como en Manchild, donde canta: “Me gustan mis hombres todos incompetentes”. En su videoclip, siempre va de copiloto, nunca conduce, subrayando el papel que se le ha asignado... para luego reírse de él.
“Es una portada incómoda a propósito”, opinó el periodista Odi O’Malley. “La pregunta es si deberíamos simplificar los mensajes hasta darlos mascaditos al público. Sabrina ha apostado por no tomar a la gente por tonta”.
No faltaron las voces conservadoras. El productor Pete Waterman criticó duramente el arte visual, señalando: “Si pedís respeto, no puedes salir con un G-string en el escenario”. La frase fue ampliamente condenada por su tono simplista y retrógrado.
Para la periodista Andrea Proenza, Carpenter tiene claro a quién se dirige: “Apela a chicas y personas queer. No busca agradar a todos ni encarnar una sexualización para la mirada masculina. Juega con eso”.
La estética del álbum, que evoca a las amas de casa sumisas de los años 50, parece intencionada: es un guiño provocador a tiempos donde resurgen discursos ultraconservadores.
Carpenter declaró a Rolling Stone que no está interesada en seguir las reglas tradicionales de la industria: “Si quiero escribir algo nuevo, quiero hacerlo. ¿Por qué esperar tres años solo por esperar tres años?”
El debate sigue abierto. ¿Sexualización o subversión? ¿Víctima o estratega? Mientras tanto, Sabrina sigue liderando las listas de éxitos y demostrando que entiende cómo generar conversación y mantenerse relevante sin pedir permiso.