Una de las experiencias más difíciles que ha vivido Roberto Soto, médico desde hace 20 años, es enfrentar la pandemia de la covid-19, pues ver los rostros de sus colegas desesperados por ofrecer una solución y el semblante desencajados de los pacientes, abarrotados en las sala de la policlínica Blas Daniel Gómez Chetro en Arraiján será una escena que jamás olvidará.
“Sí, fue a finales del 2020 y principios del 2021 cuando la cantidad de pacientes infectados superó la capacidad de los médicos, este era un personal que estaba cansado y que batallaba para dar lo mejor cada día”, recordó.
Agrega que “fue algo inédito, muy difícil, porque como médico tenía temor, pero como dirigía un grupo de doctores, no podía transmitirle eso, sino inyectarle la energía y optimismo. Todos los días nos encomendábamos a Dios, quien nos da la fuerza para seguir adelante, los colegas respondieron muy bien y ahí se vio la vocación de servicio”.
El galeno narró a Mi Diario que hubo un momento en que los centros hospitalarios covid-19 estaban tan llenos, que la policlínica estaba repleta y tenían que esperar que les dieran un cupo para trasladar a los enfermos.

“En esa espera le dábamos atención hospitalaria al paciente. Un grupo de personal de salud hacía recolecta de dinero para comprarles algo de comer a los pacientes, mientras esperaban el traslado. Paralelamente, el personal caía enfermo, se iban a cuarentena y el resto se quedaba a hacer las labores”, rememora Soto los momentos más críticos de la pandemia.
Considera que su mayor satisfacción como médico y profesional de salud es lograr que una persona salga de una enfermedad, y reconoce que recibir la gratitud de los pacientes es algo muy bonito. “Hay pacientes que se vuelven parte de la vida de uno, porque lo llaman para el cumpleaños, están pendientes, te busca a donde estés. Los pacientes son muy agradecidos, sobre todo las personas de estratos humildes, que se desprenden de lo poco” que tienen, acota.
Detalla que en su vida profesional ha recibido como obsequios de agradecimiento cajas de huevo, gallinas, iguanas y hasta herramientas.
“En el interior regalan mucha yuca y ñame y uno salía con un mercadito. Esas cosas me llenan y me hacen sentir que estoy haciendo bien mi labor”, dice con una sonrisa.
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Por ello le pide a sus colegas que no sean tan fríos con los pacientes, que traten de ganar su confianza, ya que parte del tratamiento es hablar y examinar al paciente, palpar y ver.
“Muchas veces el paciente no describe bien el síntoma y al verlo sabemos que es”. No toda la vida es color de rosa, y tenemos que escuchar la problemática de ese pacientes y hay realidades que muchas veces ya escapan de las manos, porque hay patologías que uno no puede modificar”, lamenta.
Soto también le envía un mensaje a la población en esta etapa de la pandemia. “Que se siga cuidando, no bajar la guardia, la población en general lo hizo bien y aprendamos de la experiencia de otros países, que bajaron la guardia y hoy sufren una tercera ola de contagios”.
El pasado viernes 21 de mayo, Soto celebró el Día del Médico y envió felicitaciones a sus colegas.