Sin duda alguna la sinagoga es la institución clave para comprender lo que es y ha sido la vida judía en diversas geografías desde hace casi 2000 años. Pero no siempre fue así.
Durante los casi 1000 años que van desde la época del rey Salomón hasta el final del siglo I E.C., el Templo de Jerusalem fue el centro del ritual judío, (salvo un periodo de menos de 100 años en el siglo – VI, entre la destrucción del primer Templo y la inauguración del Segundo) Allí se realizaban sacrificios de animales y la gente presentaba distintas clases de ofrendas tanto animales como vegetales.
Tras la destrucción del Segundo Templo ocurrida en el año 70 E.C. ocurrió una transformación radical de la vivencia judía. Si bien la sinagoga surgió en el exilio Babilónico tras la caída del Primer Templo (año 586 A.E.C) fue en la nueva realidad de finales del siglo I en donde rápidamente se trasformó en el eje de la vida comunitaria.
En hebreo, la sinagoga se llama Beit Hakneset, que significa literalmente “la casa de la asamblea” (no es casual que esa sea también la etimología de la palabra sinagoga). Vale la pena destacar que desde esta perspectiva, la santidad del lugar no está asociada al suelo o a las paredes, sino al hecho de ser el lugar de reunión, donde se congrega la gente.
La sinagoga tampoco debe ser considerada la casa de Dios; la idea es que la presencia divina se hace manifiesta cuando la asamblea está congregada.
Además de ser el lugar de reunión, la sinagoga también es Beit Tefilá, “la casa de oración”, posiblemente su función más conocida, el lugar donde la gente se reúne para compartir las plegarias, para rezar juntos.
Es que de acuerdo con la tradición judía es necesario un “Minián”, un Quórum de 10 personas judías adultas, para recitar aquellos rezos que “santifican el nombre de Dios”.
Cualquier persona puede rezar en forma individual, espontánea cuando quiera, pero los rezos establecidos, los comunitarios (3 veces al día según la tradición) requieren la presencia del Minián que es la expresión mínima de una congregación.
La tercera función de la sinagoga es ser un Beit Midrash, una casa de estudios. Allí se encontraban los libros sagrados y allí entonces se reunían los estudiosos para leer y escuchar de sus maestros las interpretaciones y los comentarios que luego ellos transmitirían a la generación siguiente.
A lo largo de los siglos, allí donde los judíos se instalaron, trajeron con ellos sus rollos de la Torá y encontraron un lugar que se volvió su sinagoga; y cuando hay sinagoga, la vida judía se vuelve plausible.
Más de 2000 años después de su aparición, la sinagoga continúa siendo el centro de la vida judía. En cualquiera de sus funciones, ya sea como casa de reunión, de oración o de estudio, la sinagoga constituye el corazón que marca el ritmo de la vida de una comunidad.
Nuestro desafío consiste en seguir siendo relevantes para nuestros miembros y aportar desde nuestro lugar, al desarrollo de la sociedad. Humildemente, es el objetivo de este espacio llamado “Desde la Sinagoga”.