En una era en donde la revolución digital ha llegado a imponerse de manera acelerada estableciendo las directrices a seguir dentro de una sociedad que reclama a gritos noticias y reporte de los hechos al instante, contar con una información verificada se constituye en todo reto.
Ante ello, hay que colocar en una balanza, aunque no resulte del todo equilibrada, lo que suponemos es una explícita libertad de expresión versus un periodismo digital sin límites ni obstáculos.
Si bien entendemos que la libertad de expresión es ese derecho de informar y dar a conocer lo que queramos sin ningún tipo de censura ni presión, también es bien cierto que hacerlo con responsabilidad es una máxima cimentada en valores.
Pero quién pone el control, cuando en la actualidad las proliferaciones de medios alternativos han surgido, dejando un tanto relegados a los medios tradicionales que han tenido que luchar y establecer nuevos mecanismos para mantenerse a flote.
Sin embargo, la información veraz y objetiva se mantiene y esto es lo que importa para aquel ciudadano serio y responsable que busca realidad y no protagonismo.
Cuántas veces no escuchamos hablar de desinformación y las denominadas «noticias falsas», que sólo basta unos minutos para que se conviertan en virales, sin siquiera comprobar su veracidad y son difundidas en cuestión de minutos generando con ello una serie de opiniones en contra y en favor, tal cual se pone de manifiesto en el artículo “El fenómeno de la desinformación en la era digital” donde se ahonda sobre cómo las informaciones falsas pueden propagarse rápidamente en las redes sociales.
Pero es allí donde radica el desafío que todo medio serio y responsable debe asumir, para mantenerse. Igual rol debe tener un periodista o comunicador que responsablemente debe desarrollar su labor, con un enfoque realista apegado siempre a la verdad y sobre todo respaldo en las fuentes que confirmen los hechos. Contrario a quienes con sólo tocar un celular se denominan periodistas y se arrogan derechos de generar opinión sin medir consecuencias.
Pero cómo combatir lo que para muchos se ha convertido en un flagelo, pues bien, si nos ponemos a analizar este hecho de forma más profunda esto no es un fenómeno del todo nuevo; lo nuevo aquí es el contexto socio profesional y tecnológico que ha permitido hoy una difusión masiva y rápida de contenidos falsos.
En este artículo de opinión ¿Cómo luchar contra la desinformación en la era digital?, hace referencia de cómo los seres humanos no deben ser frágiles a la hora de consumir información
Desde sus inicios el periodismo ha convivido con la mentira implícita generando deformación o manipulación de noticias. Ello ha llevado consigo ya sea de forma mediata o inmediata pérdida la credibilidad. ¿Pero por qué se da esto? Pues bien, quienes han estado inmersos en el acontecer informativo, saben que mucho de ello es producto de los interés políticos y comerciales de los dueños de medios.
En contra de lo que se tiende a pensar, debería ser el modelo de periodismo informativo y riguroso ejercido sin piedras en su camino, con prácticas periodísticas serias.
El escenario es complicado pero lo importante es ir erradicando las malas prácticas generadas de una desinformación digital producto de la avalancha de medios alternativos, que si bien han surgido paralelos a los ya existentes deben ponerse un control ellos mismos o bien los estados que deberían voltear su mirada hacia a ellos, sin afectar la libertad de expresión, para que el trabajo de comunicar se haga de manera seria con verificación y menos interpretación subjetiva.