A tan solo días de que venza el plazo oficial para la inscripción de candidaturas, el presidente de Bolivia, Luis Arce, anunció que declina su aspiración a la reelección, una decisión que sacude el escenario político boliviano y confirma el profundo desgaste de su figura tanto dentro como fuera del oficialismo.
“Honrando la memoria de héroes y mártires, hoy doy a conocer al pueblo mi decisión de declinar mi candidatura a las elecciones. No seré un factor de división del voto popular ni facilitaré un proyecto de derecha fascistoide, que quiere destruir el modelo que hemos construido”, dijo Arce en un mensaje televisado que fue más simbólico que autocrítico.
Aunque el presidente esgrimió motivos ideológicos, la verdadera razón parece estar en la imposibilidad de reunir el respaldo suficiente, incluso dentro del propio Movimiento al Socialismo (MAS). El pasado domingo quedó en evidencia su falta de liderazgo cuando no logró realizar una reunión clave del partido para definir su binomio presidencial y las listas de aspirantes al Legislativo.
Las organizaciones sociales —columna vertebral del MAS— habrían cerrado filas en su contra, empujando finalmente su renuncia a la contienda. Voces internas aseguran que ya no estaban dispuestas a ir a una elección con Arce al mando, cuya popularidad ha caído en picada en medio de una fuerte crisis económica.
El calendario electoral no se detiene: el próximo 19 de mayo vence el plazo para que los partidos políticos inscriban oficialmente a sus candidatos. Mientras tanto, el MAS queda herido y con la presión de definir rápidamente una nueva figura presidencial en un contexto altamente volátil.