Durante las últimas décadas se ha desarrollado de manera notable la neurociencia. Hoy tenemos muchísima información sobre cómo actúa nuestro cerebro. Y uno de los hallazgos más fascinantes (al menos para mí) es el de las neuronas espejo.
Se trata de un grupo de células que fueron descubiertas hace unos 25 años por unos investigadores italianos, que están relacionadas con nuestro impulso a imitar aquello que estamos observando.
Cuando vemos a alguien realizar una acción, nuestras neuronas espejo tratan de copiar esa acción. Por eso bostezamos cuando vemos a alguien bostezar, y a veces pateamos una pelota imaginaria cuando estamos compenetrados viendo un partido de fútbol.
Y no solo copiamos acciones. Pareciera ser que también somos capaces de identificarnos con lo que sienten nuestros semejantes. Por eso nos angustia una película de terror y nos conmocionamos cuando vemos a una persona darse un golpe.
Las células espejo son muy importantes por varias razones. En primer lugar, porque son las que generan empatía. Me conectan con el otro, me colocan en su piel. Puedo compartir sus sentimientos y ello me lleva a la compasión que es un sentimiento humano profundamente noble.
Somos seres sociales a partir de nuestra capacidad de vincularnos con los demás y en ese sentido la experiencia religiosa ha jugado un papel fundamental tal como la antropología lo ha demostrado.
La propia etimología de la palabra “Religión” pareciera corroborarlo, pues proviene del latín “religare” y significa “ligarse fuertemente”, algunos creen que se refiere al lazo con lo trascendente, pero como los sociólogos de la religión lo han podido estudiar, puede que también tenga que ver con la forma en que la experiencia religiosa nos enlaza fuertemente con las otras personas.
Las neuronas espejo tienen otro aporte fundamental para hacer y han sido clave en el proceso evolutivo: Nos permiten aprender por imitación.
Nuestra capacidad de adquirir habilidades por observación, incluso desde bien pequeños, posiblemente esté profundamente relacionado con el lenguaje (las neuronas espejo se encuentran ubicadas en la corteza frontal inferior del cerebro, es decir, cercanas a la zona del lenguaje), y la imitación de gestos y sonidos.
Y si las neuronas espejo nos incitan a emular aquello que vemos, quizás lo que debiéramos proponernos en nuestro afán de progresar es seleccionar mejor lo que miramos. Si nos vamos a convertir en aquello que miramos o escuchamos, debemos desarrollar un filtro de calidad. Eso incluye desde nuestras lecturas y programas de televisión, hasta quiénes son los paradigmas de éxito que tomamos como modelo.
El aprendizaje por imitación nos trae malas y buenas noticias. La realidad que vemos nos llena de angustia y preocupación, pero está en nosotros la posibilidad de cambio. Solo es cuestión de identificar los modelos a imitar - no ciegamente, sino siempre con espíritu crítico – y en ese camino avanzar con optimismo, confiados en que una buena selección de arquetipos debe redundar en un resultado positivo.