Cuenta la historia que había una época en que una visita o una llamada telefónica para un saludo, un te quiero, un feliz cumpleaños o simplemente para ponerse al día con lo último ocurrido, llenaban de regocijo el corazón. La aprobación o la desaprobación por conductas, logros o hasta por el modo de vestir, venían por lo regular de manera directa y verbal. Unos años después y a medida que los avances tecnológicos se apoderaban del planeta, esta forma de comunicación quedó para muchos prácticamente obsoleta, los saludos de cumpleaños quedaron disminuidos a un simple chat o en el mejor de los casos a un mensaje de voz.
Es el tiempo de las redes sociales, el Instagram, el Twitter, el Facebook, Youtube y otras tantas más que forman parte del acontecer cotidiano. Conocer a una persona para amistad, noviazgo o relaciones fugaces pasan casi que por obligación por alguna de ellas. Atrás quedaron esos tiempos de me la presentó o me lo presentó un amigo, mi hermano o simplemente el azar de estar en el lugar adecuado o en el momento adecuado.
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La aprobación del corazoncito
Pleno siglo XXI, una nueva forma de ganar aprobación emerge, el objetivo: lograr la mayor cantidad de “likes” por fotos comentarios, acciones, y para ello hay que valerse de lo que sea, llámese fotografía con filtros que corrigen las impefecciones físicas o acciones que algunas veces rayan en lo temerario. ¿Es bueno o malo? Todo es según el color del cristal con que se mire, señalan los expertos, añadiendo que todo aquello que más que ayudar pueda hacer un daño físico o psicológico a las personas no puede ser positivo.
Pero en los últimos años el buscar aprobación o querer mostrar la foto o vídeo del momento, que impacte o guste, ha dado un giro muchas veces con tintes fatales en lo que se ha denominado como las “selfies mortales”. El más reciente caso del influencer Sebastián Vargas, que si bien no ha terminado en desgracia hasta el momento, pero sí con muchos cuestionamientos, ha destapado nuevamente la polémica.
El joven youtuber quien además se define como fotógrafo, publicó recientemente en su cuenta de Instagram, una de sus últimas hazañas realizada en pleno Año Nuevo, el 1 de enero 2020, cuando se subió en una de las vigas del Puente Centenario junto a su novia donde hasta un vídeo grabaron. Desde la altura que se encontraban hasta las aguas del Canal de Panamá los separaban 264 metros, lo que equivale a estar en la azotea de algunos de los altos rascacielos de la capital. No es la primera vez que Vargas desafía a la suerte, en su canal de Youtube tiene hasta vídeos de cómo se logra infiltrar en los edificios para tomarse las fotos en las alturas. Entre los cuestionamientos más destacados por la última acción de Vargas está el si esto constituye o no un delito, la respuesta es que puede ser considerado una falta administrativa. Sin embargo, no pocos se preguntan cómo en dicho puente que es vigilado por unidades de la Fuerza Pública pudo alguien tener el tiempo para hacer todo lo que el youtuber hizo, y si de haber ocurrido un imprevisto fatal ¿esto no hubiese afectado al Canal de Panamá y su tránsito de barcos?
Varios casos en Panamá
Pero no todos han tenido la “pericia” o la “suerte” de Vargas. Corría el mes de octubre de 2018, el impresionante skyline de la capital panameña es algo que asombra a propios y extraños. ¿Quien puede resistirse a una foto con semejante paisaje urbano y más si se está desde el piso 27 de un edificio? Lastimósamente esta fue la consideración que hizo una turista portuguesa quien quiso tomarse un selfie sentada en la baranda del balcón de un edificio en el área de El Cangrejo cuando perdió el equilibrio y cayó al vacío. Tras este incidente el Cuerpo de Bomberos de Panamá posteó en su cuenta un mensaje que podría considerarse lapidario, "tu vida vale más que un selfie.
Sin embargo a no todos parece haberles llegado el mensaje, hace poco más de una semana la paradisíaca Isla Mamey, vecina de la Isla Grande, casi es escenario de otro tragedia cuando un joven subió a lo más alto de unas rocas para tratar de tomarse una selfie, pero el viento y las embravecidas olas casi le pasan factura, al final solo fue el susto y los golpes. En el mundo se han documentado numerosos casos de accidentes por selfie, muchos de ellos con saldo fatal o con serias lesiones físicas.

Al final el mensaje queda claro ¿la mejor de las fotos, la más comentada, la de mayor cantidad de likes, vale poner en riesgo una vida? como dicen los expertos la respuestas vendrá según el color del cristal con que se mire. Y para los que se preguntan cómo terminó la historia de Vargas tiene casi 5 mil likes en su cuenta y tal vez el chico que tiene 29.1 mil seguidores esté en busca de su próximo objetivo.