En medio del cierre casi total de la ruta migratoria por el Tapón del Darién, una familia venezolana que salió hace ocho meses en busca del sueño americano se encuentra varada en Panamá, pidiendo ayuda en una esquina de la ciudad. Con un cartel que dice “Somos una familia de inmigrantes, necesitamos de su ayuda para retornar a nuestro país”, una madre alimenta a sus niños mientras esperan una oportunidad para salir adelante.
Esta familia de nueve personas, entre adultos y menores, relata que trabajan recogiendo botellas y otros objetos por 40 dólares diarios, aunque a veces no logran ni esa cantidad y deben pasar hambre. “Nos paramos desde temprano, a las 8 de la mañana, y ofrecemos a los carros que nos colaboren con lo que puedan. Algunos nos ayudan, otros no, y otros cierran las ventanas”, cuenta la migrante.
No son los únicos en esta situación. En varios puntos de Panamá se ven familias migrantes en busca del sustento diario, muchas con bebés en brazos y niños caminando a su lado. Rafael Rodríguez, presidente de la asociación Arenas, explica que las empresas no quieren arriesgarse a contratarlos, por lo que ellos se ven obligados a pedir ayuda en las calles o buscar orientación para regresar a sus países.
Aunque el flujo migratorio por el Darién se ha reducido en un 98% en 2025 debido a políticas migratorias más estrictas y deportaciones, las historias de familias atrapadas en Panamá, como esta venezolana, reflejan la difícil realidad que enfrentan quienes buscan mejores oportunidades y no logran avanzar hacia Estados Unidos.