El “dinero diferido” ha llegado para quedarse en las Grandes Ligas, transformando la forma en que los equipos gestionan contratos multimillonarios. En 2024, Shohei Ohtani rompió récords con un contrato de $700 millones, de los cuales $680 serán diferidos durante una década tras finalizar su carrera activa. Los Dodgers han apostado fuerte, confiando en que esta estrategia les permita mantener una ventana competitiva, pero también enfrentan un reto, garantizar la estabilidad financiera futura.
El precedente más conocido es el de Bobby Bonilla, quien recibe $1.19 millones anuales desde 2011 hasta 2035, un recordatorio de cómo esta táctica puede beneficiar a los jugadores a largo plazo. No obstante, también genera debates entre fanáticos y expertos sobre cómo los pagos diferidos afectan la flexibilidad de los equipos en el mercado de fichajes.
El caso de Ohtani marca un nuevo estándar. Aunque su salario anual nominal es de $2 millones, en los libros contables de los Dodgers representa $46 millones, gracias al concepto del “valor del dinero en el tiempo”. Esto evita que los equipos abusen de la herramienta y permite a la liga mantener una competencia más equitativa. Sin embargo, también limita la capacidad de gasto inmediato, generando interrogantes sobre cómo se manejarán futuros contratos de estrellas como Juan Soto, quien podría alcanzar cifras similares.
Shohei Ohtani y su contrato de $700 millones, donde se diferirán $680 millones para ser pagados en la próxima década tras su retiro, la posibilidad de que los equipos busquen una estructura similar para Soto es alta. Esto no solo les permitiría manejar mejor su presupuesto anual, sino también retener talento clave mientras optimizan sus recursos financieros.
El debate sobre si incluir dinero diferido en el contrato de Soto también se centra en sus implicaciones tanto para el jugador como para el equipo que decida ficharlo. Por un lado, este esquema permitiría a Soto asegurar su estabilidad financiera a largo plazo, incluso después de que termine su carrera activa. Por otro lado, los equipos que lo persigan tendrán que equilibrar la flexibilidad que brinda el dinero diferido con las restricciones que puede imponer a futuro, especialmente si buscan evitar el impuesto de lujo o mantener competitividad en el mercado.
Además, si Soto firma un contrato con dinero diferido, las negociaciones podrían sentar un nuevo estándar para las futuras estrellas. ¿Qué porcentaje del contrato estaría diferido? ¿Cómo se estructurarían los pagos a lo largo de los años? Estas preguntas no solo impactarán a Soto, sino que podrían influir en las estrategias de otros agentes libres de alto perfil en el futuro.
La figura del dinero diferido no está exenta de riesgos. Si bien permite a las franquicias asegurar talento sin exceder su presupuesto a corto plazo, también compromete recursos futuros, que podrían ser cruciales para mantener la competitividad. Este equilibrio entre beneficio presente y responsabilidad futura será clave para definir el impacto de esta tendencia.
En el juego de las Grandes Ligas, donde cada decisión financiera cuenta, el dinero diferido se ha convertido en una estrategia tan crucial como la alineación del día. ¿Será esta la fórmula del éxito o un arma de doble filo? El tiempo y los resultados lo dirán.