Luego de más de dos semanas de intensa búsqueda, los restos de la alférez de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), Ashley Vargas, fueron hallados este jueves en las aguas de la playa Mendieta, en la Reserva Nacional de Paracas. La piloto desapareció el pasado 20 de mayo durante un vuelo de instrucción que debía marcar su prueba de graduación.
El cuerpo fue encontrado aún sujeto al asiento eyectable de su avión KT-1P, gracias a un robot operado desde el buque oceanográfico BAP Carrasco de la Marina de Guerra del Perú. Este hallazgo se produjo tras localizarse previamente gran parte del fuselaje de la aeronave en el fondo marino.
Vargas había despegado desde la Base Aérea de Pisco con rumbo a la isla Zárate, pero tan solo seis minutos después del despegue se perdió todo contacto con la aeronave. Según informó la FAP, el geolocalizador manual del avión nunca se activó, lo que dificultó las labores de rescate desde un inicio.
En un comunicado oficial, la Fuerza Aérea aseguró que inmediatamente tras el accidente se activó el Plan Nacional de Búsqueda y Salvamento Aeronáutico (SAR), y que se coordinó con instituciones públicas y privadas para el rastreo, incluyendo el despliegue de buques hidrográficos, patrulleras marítimas y buzos especializados.
Sin embargo, el caso ha estado marcado por la polémica. Familiares de la piloto han denunciado posibles negligencias por parte de la FAP, cuestionando tanto el estado de las aeronaves como los protocolos de seguridad. La presión pública ha aumentado tras revelarse que el equipo de geolocalización no funcionó en un momento crítico.