Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, el que fuera considerado como uno de los mayores narcotraficantes del mundo, casi una leyenda por la manera en que logró burlarse de las autoridades mexicanas no una sino dos veces, es ahora el preso 3912 en la cárcel de Ciudad Juárez.
De 'El Chapo', aquel capo 'seductor, espléndido, que genera sentimiento de lealtad y dependencia hacia su persona. Pero no es indulgente con sus detractores y no vacila en romper alianzas. Cumple compromisos, pero también sus venganzas, empleando cualquier método si se siente amenazado', acorde con un informe psicológico elaborado por la fiscalía mexicana en 2005, no queda ni la sombra.
Así lo confirma un nuevo informe que denuncia las torturas a las que supuestamente es cometido el líder del cartel de Sinaloa en prisión. 'El Chapo' se muestra como un ser abatido, inseguro. Sufre un trastorno de ansiedad generalizado, según el dictamen del psicólogo que lo evaluó.
'Nunca había tomado medicamentos y ahora tomo muchos. Eso me está haciendo mal. Si esto sigue así, creo que para diciembre no voy a estar bien', le dijo el capo al facultativo
'No tengo televisión, radio, nada… Siempre estoy en la celda, acostado en la cama baja', Joaquín Guzmán Loera.
El especialista le pide que recuerde su infancia. Nació en el poblado de la Tuna (Badiraguato, Sinaloa). Su padre, un agricultor hipertenso, murió en 1982 de un infarto cerebral. Su madre, de 88 años, aún vive y es una mujer de respeto. El capo deja de hablar cada media hora. Se agota, hace pausas, se recupera, detalle el Diario El País que tuvo acceso a los informes.
'La abuela tenía ganado y ordeñaba; desgranaba las mazorcas para dar de comer a las gallinas y preparar nixtamal. Me mandaba a por una vaca y si no la traía, con una baqueta para las vacas me daba; me decía hínquese ahí y había que hincarse, si no me iba peor', recuerda el capo de su infancia.
Esa es uno de los pocos recuerdos que le quedan. Según el psicológo, el capo sufre pérdida de memoria y trastornos de ansiedad. Padece cefaleas, náuseas, estrés, insomnio. 'Me siento mal del cerebro, se me están olvidando las cosas, no me acuerdo de la toalla para ir al baño', reveló el capo.
Sometido a un régimen especial de aislamiento por temor a una nueva fuga, sólo pisa tres veces a la semana el patio, tiene limitada la correspondencia y no puede hablar con sus guardianes. Sus abogados consideran que se trata de tortura por deprivación sensorial. El Gobierno lo niega, reseña El País.
Su esposa, Emma Coronel, pidió el jueves a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que visite a su marido en prisión para frenar 'la tortura psicológica' de la dijo que es víctima y que supuestamente pone en peligro su vida.
Vía: El País