Desde hace más de una semana, el Perú vive con angustia la desaparición de la alférez Ashley Vargas Mendoza, una joven de 24 años que realizaba su último vuelo de instrucción para graduarse como piloto de la Fuerza Aérea del Perú (FAP). El 20 de mayo, la institución emitió un comunicado anunciando la pérdida de contacto con una aeronave en las inmediaciones de la isla Zárate, dentro de la Reserva Nacional de Paracas, a unos 260 kilómetros al sur de Lima.
Vargas Mendoza pilotaba la nave en lo que debía ser la prueba final de su formación. Lo que comenzó como un vuelo de rutina se ha convertido en una tragedia nacional, con un operativo de búsqueda que involucra cielo, mar y tierra, pero que hasta ahora no arroja resultados positivos.
La familia de la alférez ha criticado duramente el desempeño de la FAP en el operativo. Su padre, Édgar Vargas, ha tomado la iniciativa de encabezar una búsqueda paralela, acusando a las autoridades de no actuar con la diligencia necesaria.
La tensión aumentó aún más cuando, tres días después del incidente, una tía de Ashley recibió una llamada telefónica de un supuesto empresario pesquero. Este afirmaba haber rescatado con vida a la joven, quien, según dijo, estaba siendo rehidratada en su embarcación, a 180 millas mar adentro. El individuo solicitó dinero para los gastos del supuesto rescate, generando una oleada de esperanza entre los familiares y en la opinión pública. Sin embargo, la historia resultó ser una estafa: tras recibir atención mediática, el sujeto desapareció y nunca volvió a comunicarse.
Mientras tanto, la búsqueda continúa sin descanso y con el país atento a cada novedad.
La FAP ha asegurado que mantendrá los esfuerzos hasta dar con el paradero de la joven alférez.