En el albergue Fe y Alegría, ubicado en el sector de Mañanitas, cerca de 50 migrantes enfrentan un futuro incierto mientras esperan respuestas sobre su estatus legal. Este grupo, compuesto por personas provenientes de países como Afganistán, Nepal, Camerún, Etiopía, Eritrea, Somalia, Sri Lanka, Pakistán e Irán, se encuentra en una situación particularmente complicada debido a las barreras culturales y lingüísticas. Muchos no hablan español y su paso por Panamá no estaba planificado.
El albergue, gestionado por la Iglesia Católica a través de Fe y Alegría, ha sido un espacio seguro para estas personas que huyen de situaciones adversas en sus países de origen. Según Elías Cornejo, representante del albergue, inicialmente llegaron 69 migrantes, pero actualmente quedan 49. Algunos han optado por regresar voluntariamente a sus países, mientras que otros aguardan la posibilidad de una extensión de su permiso humanitario o su reubicación en un tercer país.
Cornejo destacó que muchos de estos migrantes no pueden regresar a sus lugares de origen debido a persecuciones políticas, religiosas o por su orientación sexual. “No están detenidos ni son criminales; son personas que buscan un lugar seguro para vivir”, señaló.

A pesar de las dificultades logísticas y emocionales que enfrentan los migrantes, el albergue ha contado con el apoyo constante de la Iglesia Católica. Este respaldo ha permitido ofrecerles un lugar donde descansar y reflexionar mientras esperan decisiones del Servicio Nacional de Migración.
La esperanza para muchos radica en obtener una extensión del permiso humanitario que les permita ser reubicados en países donde puedan vivir sin temor. Sin embargo, el proceso ha sido lento y lleno de incertidumbre.
La diversidad cultural del grupo ha planteado retos adicionales tanto para los migrantes como para los voluntarios del albergue. A pesar de las diferencias lingüísticas y culturales, el esfuerzo por brindar apoyo ha sido constante. “La situación es difícil para ellos porque no saben qué les espera después de su paso por Panamá”, explicó Cornejo.
Mientras tanto, el albergue Fe y Alegría continúa siendo un símbolo de solidaridad en medio de una crisis migratoria global que afecta a personas provenientes de todas partes del mundo.