El vicecanciller Carlos Hoyos fue enfático al señalar la magnitud del daño, recalcando que Panamá necesita del apoyo de la comunidad internacional para enfrentar esta situación que, según indicó, ya no puede esperar más. Le secundó el ministro de Ambiente, Juan Carlos Navarro, quien también remarcó la urgencia de la intervención ambiental, dejando claro que el tiempo apremia.
Carlos Guevara Mann, viceministro de Asuntos Multilaterales, añadió otro dato clave: aunque el flujo migratorio ha bajado considerablemente, los residuos se mantienen. “El plástico no se degrada ni desaparece en semanas, esto tomará siglos si no se actúa. La selva necesita acción urgente”, señaló durante su intervención.
Pero el daño no es solo ecológico. En el conversatorio se hizo hincapié en las consecuencias sociales que han golpeado con fuerza a las comunidades locales. Algunos poblados, con apenas 400 habitantes, llegaron a recibir hasta 5 mil migrantes diarios en el punto más crítico del fenómeno. El resultado: presión sobre los recursos, caos en la infraestructura y alteración del tejido comunitario.
Con los flujos migratorios disminuidos y redirigidos hacia otras rutas, las autoridades ahora enfrentan el reto de reconstruir. La prioridad, señalaron, es doble: restaurar el entorno natural del Darién y recuperar la estabilidad social y económica de las poblaciones afectadas.
Panamá, reiteraron los voceros presentes, no puede enfrentar esta crisis sola. La selva pide auxilio. Y es ahora, no mañana, cuando debe llegar la respuesta.
Con información de TVN Noticias.